jueves, 9 de mayo de 2013

El genero de la palabra Calor


Algunas gramáticas califican de “arcaica” esta forma, aunque en nuestro idioma hay ejemplos en los que se usa el o la indistintamente. Se trata del artículo con los sustantivos ambiguos, que vacilan --en el uso corriente de la lengua-- entre los dos géneros: el o la piyama, el o la azúcar, el o la tilde.

Ante adjetivos, el artículo no sufre variación: la alta cumbre, la agria naranja, la árida conversación. Incluso, en los casos de elipsis, es decir, cuando se omite el sustantivo porque se sobreentiende: Es más peligrosa la marea baja que la alta (la marea alta).

Relájate y usa la forma culta, El calor.
La Academia explica que el uso lo decide a veces el ámbito social, profesional o el dialecto; así, la mar, empleado en poesía, es también expresión de gentes de mar; por eso dicen: altamar, plenamar, y aunque casi no se emplea con el artículo, el femenino es evidente, como en estas otras expresiones: el mar inmenso, la mar salada. El término calor tampoco debe confundirse con otros muchos nombres que tienen el doble uso, masculino-femenino, pero cuyo cambio de género obedece a una variedad de la significación: el cometa (astro) y la cometa (papalote o barrilete); el contra (concepto opuesto o contrario) y la contra (contraveneno, movimiento contrarrevolucionario); el orden (concierto o disposición de las cosas) y la orden (mandato); el pendiente (arete) y la pendiente (cuesta o declive de un terreno); el tema (asunto o materia) y la tema (actitud arbitraria contra alguien). Pero la calor --como la color, también-- es un uso considerado por algunos filólogos y académicos como vulgar y anticuado, relegado al habla campesina de algunas regiones. Empleemos, pues, la forma culta y generalizada: el calor.

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